martes, 17 de mayo de 2011

EL hereje y el obispo

Para los observadores de la escena política colombiana no deja de ser atractivo el caso del Procurados Nacional. Un juicio ligero pero acertado sería el de calificarlo como un ferviente religioso puesto que sus decisiones están a favor del ala más radical de la iglesia católica: su abierta contradicción contra la despenalización del aborto, la conformación de la familia y hasta la protesta por simples fotografías que protesten contra la notoria pederastia de algunos jerarcas de la iglesia católica son hechos de alta estima para adjudicarle este calificativo. Acaso no un procurador sino un obispo.

Sin embargo, este juicio sobre el Procurador no debe ser tomado de forma tan ligera. Fallos como el de destituir a una figura política tan notoria como el alcalde de Bogotá, sugerir archivar casos de parapolítica y hasta su manifiesta simpatía a favor de la reelección presidencial no sólo demuestran independencia  sino hasta irreverencia. 

El pasado 11 de mayo de nuevo el Procurador se manifestó de nuevo. En medio de un evento que tenía por cometido conmemorar la expedición de la carta constitucional colombiana el procurador enfilo baterías contra los recientes fallos de la corte constitucional. De manera lapidaría afirmo que el alto tribunal dejó de lado las fuentes tradicionales del derecho y su fuente pasó a ser "el deseo". Con un apunte filosófico recordó al verdadero inspirador filosófico de la carta magna: Spinoza. Y concluyo: "decidme el deseo y te daré el derecho".

El Procurador, acaso sin conocerlo, parecía una figura eclesial del siglo XVIII. Para ese entonces Spinoza era considerado un proscrito, su abierto pluralismo se juzgaba como algo nocivo, su tesis filosófica de que el deseo constituía el ímpetu puesto que este configuraba la obligación y el obrar moral era considerado perjudicial en una sociedad regida por figuras eclesiales que pregonaban el deber y veían en el deseo la más impura de las virtudes hicieron  de Spinoza la figura del "hereje". 

Acaso sin conocerlo, el personaje filosófico invocado por el Procurador pueda ser un faro para la actual situación de Colombia. En un país donde la laicización pierde terreno, donde los tomadores de decisiones actúan más bajo el precepto de un dogma incuestionable que por la búsqueda del bien común, Spinoza pueda servirnos. El "filosofo de la alegría" como lo llamó Nietzsche, puede orientarnos a una sociedad más pluralista, más crítica, a regir cada quien sus decisiones, a seguir el mandato de sus deseos y a celebrar la vida. Acaso valga recordar con Spinoza (y de paso sirva para espinosos temas como el del aborto) que "un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su meditación no es sobre la muerte sino sobre la vida".